Noches de San Juan by Clara Usón

Noches de San Juan by Clara Usón

autor:Clara Usón
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Drama
publicado: 1998-08-09T22:00:00+00:00


Juani le dio las gracias, muy educada. El señor Antonio no se conformó: le exigió como despedida un beso de abuelo en la mejilla. Y cuando Juani ya se iba, se sacó algo de la cartera y se lo metió a Juani riendo en la pechera. Era un billete de dos mil pesetas.

—¿Pero qué hace, señor Antonio? ¿Por qué me da dinero? ¡Tenga, cójalo, que no me hace falta, que no lo quiero!

—¡No seas tonta, chica, coge ese dinero! Es un regalo que yo te hago porque a mí me da la gana, y basta. Así, cuando venga tu hermano el Domingo dentro de un rato a pedirte la caja, tú podrás darle algo y él se quedará contento y tú no tendrás problemas. ¿Lo conozco o no lo conozco yo a tu hermano? ¡Que te digo que te quedes con ese dinero, leches, que es tuyo, que te lo he dado! Y que conste que no te pido nada a cambio. Te lo doy porque sí, porque a mí a las niñas guapas me gusta hacerles regalos, ¡hala! Y ya sabes, que cuando quieras que yo te guarde tu carro, no tienes más que decírmelo y lo metemos en la caseta, y tú, ¡pues te vas de fiesta! Como hacía la Mónica cuando tu hermano no la veía, ¡Que eres muy joven, Juani, para estar todo el día de pie parada con este sol de justicia en la plaza del Born, detrás de un carricoche! Tú lo que has de hacer es divertirte todo lo que puedas, que para eso eres jovencita y estamos en fiestas. Y no te has de preocupar por vender chucherías y ganar dinero para que el Domingo no se te cabree, que si tú eres... em, buena conmigo como era la Mónica, eso lo arreglaremos. Tú tranquila, guapa, que conmigo aquí, con el señor Antonio, nunca te va a faltar quien te guarde tu carro y te dé dinero.

¡Qué hombre más extraño! Siniestro y extraño. Juani se sacó el billete de dos mil pesetas del sujetador y lo metió en su monedero. ¡Qué seguridad le daba tener dinero!

Juani ya llevaba por lo menos dos horas vendiendo, es un decir, queriendo vender, y no había conseguido colocar ni un chicle. ¿Y en lunes, y con este sol rabioso, quién va a pasar por esta plaza sin sombras a comprar regalices o pistolas de plástico?

¡Ni dios!

Y, efectivamente, no pasó ni dios. Juani estaba cansada —por lo mal dormida—, hambrienta, aburrida... cuando vino Aurora y le pidió un chicle, de regalo, claro. Juani se lo dio. Aurora venía con ganas de charla.

—¿Y qué tal te lo pasaste ayer conmigo y con mis amigos? Te divertiste un montón, ¿no? ¡Vaya pedo que cogiste! ¡Menudo farrón! ¿Sabes que hubo un momento en que yo me pensaba que tú te querías ligar al Tolo, Juani? ¡Uf, vaya calor que hace! ¿Sabes qué te digo? ¡Que me voy a la playa! ¿Te vienes conmigo? ¡Vente, no seas tonta, con la Mónica lo hacíamos siempre! ¿Qué hora es? Las doce menos cuarto.



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